Tantas veces pasé por la puerta del Clínicas. Sobre todo, hace casi cuarenta años, cuando tomaba el buen viejo leyland 31 que remontaba Paraguay hasta el bajo.
Hace tres años, entramos por ahí, por Urgencias, con mamá y Dolores.
Durante meses, bajamos y subimos con mi hermana escaleras que pasaron, como sin darnos cuenta, a ser parte esencial de la vida
Esta tarde de febrero, la semana pasada, cuando tomé estas fotos, un gorrión quedó atrapado en la escalera
En el segundo piso, algo indica que todo recomienza